martes, 17 de septiembre de 2013

Follow the green rabbit...

Algunos buscan en lugares recónditos, en aventuras peligrosas o deportes extremos. Otros deciden buscar en su propio yo: en la meditación, el yoga, la religión o extrañas ceremonias espirituales. Los más son presa fácil del consumo, viven a la sombra del espejismo de un supuesto estatus y su vida es una jornada laboral continua en busca de una supuesta satisfacción que dan las cosas materiales. Muchos son los llamados y pocos los elegidos.

Soy programador. Al menos eso dice la tarjeta de presentación que cargo en mi cartera, y el mensaje que aparece en la pantalla LED cada que mi huella digital me brinda el acceso a mi área de trabajo. No, no participo en ningún proyecto secreto. Solamente se trata de control. Esa es la palabra. Los seres humanos no dejamos de ser ovejas dispuestas a ir al matadero mientras balamos de contento.

¿Soy programador? Mis horas de sueño son pocas. La mayor parte de la noche estoy haciendo scripts y aplicaciones para buscar algún archivo, software o estadística extraña que alguien me pide; los archivos y fotografías de la novia del vecino, los correos de la pareja infiel; los documentos que van a arruinar la carrera de algún enemigo político de otro asqueroso político. Tengo una veintena de personalidades, un número indeterminado de cuentas en redes sociales.¿Necesitas eso que nadie más te puede proporcionar del mundo virtual? Búscame.

Fue gracias a esto que fui atando cabos y un rompecabezas que me parecía totalmente incomprensible. Primero textos y tuits, tags sin un orden o propósito aparente, luego menciones en revistas sensacionalistas o marginadas, filtraciones de empleados de algunos de los grandes corporativos tecnológicos y en correos electrónicos de funcionarios de diversos países incluido El Vaticano.

Las referencias o menciones coincidían con sucesos del mundo real asociados a una energía recién descubierta: el xm. Accidentes sin causa aparente, enfermedades nunca antes vistas, animales y organismos genéticamente nuevos, desapariciones de personas en situaciones poco claras e incluso contactos con supuestos alienígenas. No quedaba claro quién o como había descubierto esa energía, ni sus posibles usos, tampoco qué instituciones o gobiernos estaban investigando al respecto.

Además de lo anterior también comencé a registrar la aparición de un activismo silencioso y retrograda, quizá inspirado en la "mano negra" del anarquismo, que buscaba oponerse al uso de esta nueva energía, de la que nadie sabía nada, pues según ellos ponía en peligro a la humanidad.

¿XM era el nombre clave del proyecto? ¿Qué era? ¿De qué se trataba? En ningún rincón de la red encontré la respuesta. Pero justo hace unos momentos, y he aquí la razón de escribir esto, un hacker no identificado o una entidad desconocida logro brincar  todos los candados de seguridad de mi equipo de cómputo y se coló a mi disco duro. Creó una carpeta en el escritorio y la nombró Sigue al conejo verde. En cuanto recuperé el control de mi computadora descubrí que esta carpeta contenía un archivo de texto con números y letras, tal vez una clave. Poco después un correo electrónico apareció en la bandeja de entrada de mi buzón: era el acceso a una aplicación de realidad aumentada. En una breve nota se hacía mención del XM. El mundo a tu alrededor no es lo que parece.


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